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lunes, 17 de agosto de 2015

Etapa 13: la decisión.

     El tiempo esta noche ha sido malísimo. Mucha lluvia en forma de tormenta, viento y demás. Amanece y continuamos igual. El viento es especialmente fuerte hoy y eso me preocupa mucho. Es viento de costado. El parte de los próximos días confirma que así seguirá... Cuando tienes que salir a rodar en días como este, sabes que va a ser duro y si tienes que rodar a 10-12 km/h y pelear contra el enemigo invisible pues lo haces y ya está, ya llegarás. Pero nuestras circunstancias son diferentes. Nosotros somos tres y tras de mi, arrastro a nuestro pequeño tesoro. Es por el miedo y la preocupación por lo que decidimos no salir a rodar con todo lo que supone, es decir, no rodar hoy supone el fin del viaje, al menos, del cicloalforjero. Informamos al resto de la tropa y mientras se piensan si nos dejan y prosiguen o se quedan con nosotros, comienzo la gestiones. Las opciones son irse al lugar más cercano con estación de tren y coger uno hasta Copenhague o buscar un alquiler de un furgón... Consulto con la gente del camping, que nos ayudan en todo lo posible e incluso se ofrecen a acercarnos a la estación de tren más cercana. No se puede ser más amable y más complaciente. Entre tanto esta gente gente decide quedarse con nosotros.


     Finalmente encontramos la mejor opción, un furgón pa las jamelgas y un coche pa las personas. Son para el día siguiente así que nos dedicamos a hacer turismo por las dos calles y medias del pueblo. Cogemos los hierros y nos acercamos al pequeño pueblo a comer. En el corto trayecto se confirman mis miedos. El viento es fortísimo. Es lateral y hace imposible rodar...


     A la mañana siguiente el tiempo parece que da un respiro, pero es sólo una ilusión. Aunque los partes mejoran algo, sigue muy malo. El plan es que Paco y yo nos vamos sin carga a Maribo, a unos 20 km sobre nuestros pasos y allí recogemos los carruajes, mientras tanto las niñas y Jose desmontan y recogen. A las 11:00 teníamos que estar allí y a las 11:00 estamos. Listos y para el camping. Diluvia. Las niñas lo tienen todo listo, así que cambiamos de filosofía. De los hierros a las cajas rodantes, del viento en la cara al rumor del aire acondicionado, de la vida a 20 km/h a no quitar la mirada del gps, y es que rodar no tiene nada que ver con conducir, es que un coche nos es una bici y aunque quiera jamás lo será, pobres coches...



     En fin, la decisión ha sido dolorosa. Nuestro periplo danés ha durado poco y se nos quedan en el tintero 150 km... Pero lo primero es lo primero, y además, seguimos de viaje. Ponemos rumbo al camping de Copenhague y a disfrutar de esta ciudad... Un par de noches de tienda, las últimas de este viaje y nos vamos a un hotel del centro centrismo. La próxima crónica será ya sobre la ciudad...


Hasta mañana...

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